domingo, 29 de novembro de 2009

Hacia el Cubismo

La relación con Fernande entró en crisis, y decidieron separarse a finales de verano de 1907, aunque se reconciliaron a finales de noviembre. En su ausencia, Max Jacob y Apollinaire habían persuadido a Picasso de fumar opio; Picasso se movía entre las bendiciones de las visiones y el temor a entregarse a la apatía y el hastío hacia el trabajo. La paleta de Picasso se llenó de brillantes colores «africanos»: pintó Mujer desnuda (la bailarina de Aviñón), un epílogo a Las señoritas de Aviñón en el que los elementos basados en el arte ibérico y africano alcanzan un nuevo grado de simplificación geométrica; en el mismo estilo, La danza de los velos (desnudo con drapeado) (Museo del Hermitage, San Petersburgo), iniciado en verano y que fue comprado por Gertrude Stein junto a los bocetos preparatorios del mismo; también Flores sobre una mesa (MoMA, Nueva York). En las subsiguientes obras, las carnaciones se vuelven ocres y marrones, y Picasso se enfrenta a la vez con muchos experimentos de ruptura en sus cuadros: el abandono de la perspectiva; la conquista del espacio, fragmentando los planos mediante tonos planos con contornos gruesos y definidos; la búsqueda del relieve, mediante exagerados contornos azules en un fondo marrón y sombreados espesos; entre ellas se cuentan La amistad (Museo del Hermitage, San Petersburgo) y Desnudo con toalla (Colección privada, París). El estudio de Picasso se convirtió en un centro de discusiones y debate, y no sólo sobre su obra. Braque llevó sus propias obras allí, Matisse y Picasso intercambiaron cuadros: el bodegón Cántaro, bol y limón (Fundación Beyeler, Riehen, Basilea) de Picasso por el Retrato de Marguerite, la hija de Matisse. La relación de Picasso y Matisse iba de la competición a la burla, pasando por una intensa admiración mutua; Matisse dijo que nadie había mirado su obra como Picasso, y nadie había mirado la obra de Picasso como él.

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